La mayoría de las mujeres lactan a sus
niños recién nacidos por un período de semanas o meses después del parto. Las
reservas nutricionales de una madre lactante pueden estar más o menos agotadas
como resultado del embarazo y la pérdida de sangre durante el parto. La
lactancia aumenta las necesidades de nutrientes, sobre todo debido a la pérdida
de nutrientes, primero por el calostro y luego a través de la leche materna.
El volumen de leche materna varía
ampliamente, pero para bebés de cuatro meses de edad que reciben lactancia
exclusiva, casi siempre es de 700 a 800 ml por día. Puede aumentar más adelante
hasta 1 000 ml o más. Los nutrientes en esta leche vienen de la alimentación de
la madre o de sus reservas de nutrientes. Es recomendable que las madres
amamanten en forma exclusiva a sus niños durante los seis primeros meses y
luego empiecen a introducir otros alimentos mientras continúa la lactancia
durante el tiempo que deseen, y que en algunos casos puede ser hasta los dos
años o un poco más.
Durante el período de lactancia la mujer
por lo general no menstrúa. La duración de la amenorrea varía desde un período
corto de cuatro meses hasta uno prolongado de 18 meses o más. Durante este
tiempo la madre lactante conservará el hierro que pierde en cada período
menstrual.
La conversión de nutrientes de los
alimentos a nutrientes de la leche materna no es total. En el caso de energía
es alrededor del 80 por ciento, y por lo tanto, por cada 800 kcal de la leche
materna, la madre necesita consumir 1 000 kcal en sus alimentos. Para mantener
un buen estado nutricional la mujer que lacta tiene que elevar el consumo de
nutrientes.
La leche humana tiene una composición muy
constante y se afecta única y selectivamente por la dieta de la madre. Un litro
de leche suministra más o menos 750 calorías y contiene aproximadamente lo
siguiente:
- 70 g de
carbohidratos,
- 46 g de
grasa,
- 13 g de
proteína,
- 300 mg
de calcio,
- 2 mg de
hierro,
- 480 µg
de vitamina A,
- 0,2 mg
de tiamina,
- 0,4 mg
de riboflavina
- 2 mg de
niacina,
- 40 mg
de vitamina C.
El contenido de grasa en la leche materna
varía un poco. Los carbohidratos, proteína, grasa, calcio y hierro no cambian
mucho aunque la madre consuma poco de estas sustancias en su dieta. Una madre
cuya dieta sea deficiente de tiamina y de vitaminas A y C produce, sin embargo,
menos de estos nutrientes en su leche. La carencia de tiamina en la madre
lactante puede ocasionar un beriberi infantil en el niño. En general, el efecto
de una nutrición deficiente en la mujer que lacta, es la reducción en la
cantidad antes que en la calidad de la leche materna.
Es muy importante animar a las madres
lactantes para que acudan con sus bebés a un servicio local de salud durante
los meses siguientes al parto, para que ambos, madre y bebé, sean examinados.
Se debe determinar el nivel de hemoglobina de la madre al igual que su peso, y
suministrarle suplementos de hierro en la misma cantidad que se recomienda
durante el embarazo. La madre debe recibir orientación nutricional sobre el
consumo de una dieta variada. Esta es además una buena oportunidad para conocer
su interés por tener más embarazos, hablar sobre el espaciamiento ideal entre
embarazos y darle información y ayuda en planear la familia. Un espaciamiento
más o menos amplio entre partos es casi siempre una ventaja nutricional para la
madre, el niño e inclusive el feto siguiente. Un espacio corto entre partos
impide que la madre pueda restaurar sus reservas de nutrientes antes del siguiente
embarazo, le ocasiona mayor trabajo y un período más corto para cuidar de modo
exclusivo a su niño, además de disminuir el período de la lactancia a un tiempo
más corto de lo deseable.
En los primeros meses cuando existe
lactancia exclusiva, la ganancia correcta de peso en el niño es una clara
indicación que la madre produce suficiente leche. Casi todas las madres pueden
amamantar a sus niños con éxito.
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