Agua
El agua se puede considerar como el constituyente más importante de la
alimentación. Un varón o mujer normal puede vivir sin alimentos de 20 a 40
días, pero sin agua, los seres humanos mueren entre cuatro y siete días. Más
del 60 por ciento del peso del cuerpo humano está constituido por agua, de la
cual aproximadamente el 61 por ciento es intracelular y el resto es
extracelular. El consumo de agua, excepto bajo circunstancias excepcionales
(por ejemplo, alimentación intravenosa), viene de los alimentos y líquidos
consumidos. La cantidad que se ingiere varía ampliamente en las personas y
puede ser influida por el clima, la cultura y otros factores. Frecuentemente se
consume hasta un litro en alimentos sólidos y de 1 a 3 litros de líquidos
bebidos. El agua también se forma en el cuerpo como resultado de la oxidación
de macronutrientes, pero el agua que así se obtiene por lo general constituye
menos de 10 por ciento del agua total.
El agua se excreta principalmente por los riñones como orina. Los riñones
regulan la eliminación de orina y mantienen un equilibrio; si se consumen
pequeñas cantidades de líquidos, los riñones excretan menos agua y la orina es
más concentrada. Mientras que en los climas cálidos la mayor parte del agua se
elimina por los riñones, tanto o mayor cantidad se puede perder por la piel (a
través del sudor) y los pulmones. Cantidades mucho más pequeñas se pierden por
el intestino con las materias fecales (excepto en presencia de diarrea cuando las
pérdidas pueden ser altas).
El metabolismo del sodio y el potasio, que se conocen como electrólitos, se
relaciona con el agua corporal. El sodio está principalmente en el agua
extracelular y el potasio en el agua intracelular. La mayoría de las dietas contienen
cantidades adecuadas de ambos minerales. En la pérdida de líquidos causada, por
ejemplo, por diarrea o hemorragia, el equilibrio de electrólitos en la sangre
se puede alterar. El consumo de agua y el equilibrio de los electrólitos son
particularmente importantes en los niños enfermos. En los niños sanos, la leche
materna de una madre saludable aporta cantidades suficientes de líquidos y
electrólitos, sin que se necesite agua adicional durante los primeros seis
meses de vida, incluso en climas cálidos. Sin embargo, los niños con diarrea y
enfermos, pueden necesitar líquidos adicionales.
Aunque el apetito y la disponibilidad de alimentos regulan en gran parte el
consumo de alimentos, también está bajo la influencia de la sensación
denominada sed. La sed puede surgir por varios motivos. La deshidratación puede
causar sequedad de la boca pero hay además señales del mismo centro de saciedad
en el hipotálamo que controla la sensación de hambre. La deshidratación, una
importante característica de la diarrea.
El fenómeno de acumulación de agua en el cuerpo se manifiesta en la
condición conocida como edema, cuando la enfermedad causa un exceso de líquido
extracelular. Dos importantes enfermedades por carencia, en las cuales el edema
generalizado es una característica, son el kwashiorkor y el beriberi húmedo. El
exceso de líquido puede resultar de un desequilibrio de los electrólitos y de
la acumulación de agua en el compartimiento extracelular. Una persona puede
tener edema y sin embargo estar deshidratada por la diarrea; esta condición es
una forma de insuficiencia cardíaca. También el agua se puede acumular en la
cavidad peritoneal, en la entidad conocida como ascitis que puede ser causada
por enfermedad hepática.
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